Más mujeres, ¿más democracia?
Provocador y llamativo, términos apropiados para ilustrar el triunfo en las recientes elecciones presidenciales mexicanas de Claudia Sheinbaum. A ellos recurre la académica chilena Verónica Montecinos, editora del libro de reciente aparición “Presidentas y primeras ministras en democracias postransicionales” (Prometeo) para recordar que “las mujeres han sido excluidas históricamente de los más altos niveles del poder político”. Hasta ahora, solo quince han sido nombradas cabezas de Estado y/o gobierno en América Latina.
A primera vista, su ascenso podría explicarse como resultado de la vanguardista iniciativa “Paridad en Todo” (2019), que colocó en una agenda de corte expansivo a la paridad, no solo en las candidaturas sino en todas las dimensiones y niveles de funcionamiento del Estado, en momentos de auge del paradigma de la democracia paritaria y la igualdad sustantiva. Pero el cuadro estaría incompleto si nos hacemos los ciegos frente al rol de su mentor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a cuya figura aparece atada su trayectoria política. Habrá que estudiar con más detalle cómo la llegada de políticas a los más altos cargos de poder se explica, no solo por sus propios méritos, sino por el patrocinio masculino.
Con relación a lo que cabe esperar de su gestión, emerge la clásica preocupación acerca de si promocionará una agenda de género en forma activa. La inquietud no es trivial. Unas 10 mujeres son asesinadas al día y 7 de cada 10 han experimentado al menos una situación de violencia a lo largo de su vida.
Pero asistimos a tiempos de desdemocratización, distintos y lejanos a los de las luchas de las mujeres por recuperar la democracia en los 80. Nuevos tiempos con fenómenos como el “lavado de género autocrático” (Bjarnegård y Zetterberg), por el que regímenes autoritarios estarían adoptando reformas de igualdad de género para ganar en reputación (¿han visto como Nicaragua se camufla como parte de las democracias paritarias que contabilizan los organismos internacionales?). Nuevos tiempos con una extrema derecha que exhibe liderazgos femeninos que, en el afán de etiquetarlos como neofascistas, se pierde la posibilidad de analizar cómo redefinen las reglas del juego (Le Pen y Meloni). Nuevos tiempos donde quizás la propia Sheinbaum, por continuar con los retrocesos democráticos iniciados por un antecesor con especial fijación con el Poder Judicial y con el órgano electoral, termine con la todavía estrecha asociación entre el liderazgo autocrático e iliberal y la masculinidad.
Nuevos tiempos, en suma, que obligan, más que a contar cuántas mujeres llegan, a pensar en preguntas exigentes y complejas que superen la tradicional incomodidad de la que ha sido portador el feminismo en su relación con la democracia liberal.
Por María de los Ángeles Fernández, doctora en Ciencia Política.
Fuente: La Tercera 05/07/2024