Mil y una formas de una “Primera dama” en 2021-2022
Irina Karamanos, la pareja del Presidente electo, Gabriel Boric, busca “repensar” el papel de “Primera dama”, que en Chile se ha ejercido de distintas formas, según la época. Desde la influyente Graciela Letelier, la esposa de Carlos Ibáñez, hasta el modelo de Michelle Bachelet, que en 2006 delegó esas labores en una funcionaria pública. En el mundo, las esposas de los presidentes y maridos de mandatarias –como Joachim Sauer, el esposo de Ángela Merkel– no ejercen ningún papel respecto de la presidencia y siguen trabajando en sus oficios normalmente.
Por Rocío Montes.
En 2006 recién llegó una mujer a la presidencia de Chile y, hasta entonces, las esposas de los presidentes –llamadas “Primeras Damas”, como en Estados Unidos las “First ladies”– han cumplido diferentes papeles, aunque no se trate de un cargo formal establecido en la Constitución y, ni siquiera, de una tradición a firme, porque va cambiando de gestión en gestión. Hace solo algunos días, Irina Karamanos –la pareja del presidente electo, Gabriel Boric– reiteró en su idea de “repensar” el papel de “Primera Dama”, un espacio que se ha ejercido en nuestro país con distintos matices y que en Europa, por ejemplo, es un rol acotado o directamente no existe. En Alemania, Joachim Sauer –esposo de Ángela Merkel– solo se aparecía en público un par de veces al año y durante los largos años de mandato de su esposa siguió ejerciendo, como siempre, su profesión de químico y catedrático de Fisicoquímica en la Universidad Humboldt.
“El rol de primera dama varía dependiendo de distintas variables tales como el factor individual (personalidad), la cultura política del país y del régimen político existente. Por lo general, si vemos la experiencia parlamentaria reciente, él o la consorte han tratado de seguir con sus actividades normales, involucrándose solamente en ocasiones puntuales de corte más protocolar. Pensemos, por ejemplo, en el Sr. Tatcher o en el marido de Merkel, por poner dos ejemplos de liderazgos femeninos indesmentibles”, analiza María de los Ángeles Fernández, doctora en Ciencia Política y presidenta de Hay Mujeres. Sobre el caso de las esposas en un país como España, comenta que existe un cuadro más bien matizado, aunque la tónica ha sido la de continuar su actividad previa rodeada, en general, con discreción. Pero hay excepciones: “Encontramos otras experiencias en la historia política española reciente que muestran ambiciones políticas de distinto tipo. Tal es el caso de Ana Botella, la esposa de José María Aznar, que terminó siendo alcaldesa de Madrid, y de la esposa de Pedro Sánchez (actual presidente del gobierno), Begoña Gómez. Ella lo suele acompañar a sus actividades partidarias importantes y, últimamente, se vio un intento de involucrarla más en política contingente a raíz de su presencia en el lanzamiento de una confederación empresarial, Conpymes, competidora de la existente Cepyme, que fue criticado”.
En Chile, ha habido de todo. En el siglo XIX existieron mujeres de presidentes potentes, como Enriqueta Pinto, la esposa de Manuel Bulnes, que en 1846 decidió incluso usar La Moneda como residencia oficial (una tradición que se prolongó por décadas) y fue la principal impulsora de las famosas tertulias en palacio, que fueron el origen de instituciones de inmensa relevancia para la República, como la Universidad de Chile. En el siglo XX, Graciela Fehrman, mujer de Juan Esteban Montero (1931-1932), formó la fundación Ropero de los Pobres destinada a confeccionar, recoger y distribuir ropa para la gente que lo necesitaba. Graciela Letelier Velasco, la aristocrática esposa de Carlos Ibáñez del Campo, fue otra influyente y se le achaca incluso la salida y entrada de ministros, con decisiones en el núcleo de los Gobiernos de su esposo (de 1927 a 1931 y de 1952 a 1958). Ascanio Cavallo, Premio Nacional de Periodismo 2021, recuerda que la primera que se instaló con oficina en La Moneda fue Rosa “Miti” Markmann, la esposa de Gabriel González Videla (1946-1952), que fundó la Ciudad del Niño, y que a la esposa de Eduardo Frei Montalva, María Ruiz-Tagle –la señora “Maruja”–, le correspondió darle una organización nacional a los centros de madre a través de CEMA Chile. “Estaba orientado a capacitar a las mujeres, ante la enorme inmigración del campo a la ciudad, por lo que se les enseñaba a usar las máquinas de coser, por ejemplo, para poder aportar al ingreso del hogar”, recuerda el autor de “Historia de mi madre muerta”, donde el escritor aborda desde una perspectiva personal el camino político de las mujeres en el siglo XX.
¿Y Lucía Hiriart, la esposa de Augusto Pinochet, recientemente fallecida? “Lucía ha sido la más politizada, aunque no con tanta intervención política, como se ha dicho. Interfirió en asuntos muy puntuales, como la censura al cine o el nombramiento de algún amigo suyo en alguna embajada, pero no tenía injerencia en nombrar ministros, porque debería haber competido con la Junta Militar. Ella, sin embargo, convirtió la estructura de CEMA Chile: la hizo más fuerte y la transformó en una especie de organización de “soplonaje” y de control a nivel de barrio”, analiza Cavallo, que recuerda también otro asunto importante y simbólico. Cuando regresó la democracia a Chile, la esposa del presidente Patricio Aylwin, Leonor Oyarzún, ni siquiera quería aparecer en el escenario la noche del triunfo, en 1989. “Ella es una señora austera”, recuerda el autor de “La historia oculta de la transición”.
Desde 1990, a Oyarzún la sucedió Marta Larraechea, esposa de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y Luisa Durán, la mujer de Ricardo Lagos. El académico Fernando Reyes Matta, que fue parte de los asesores de ese gobierno, recuerda que cuando le tocó a Luisa Durán asumir esas funciones –sobre todo relacionadas a las fundaciones– dijo: “El asunto es muy simple. Nada de “Primera Dama”, esto se llama “la señora del presidente”. Esto es lo que soy, no otra cosa. Y, como tal, asumo las tareas que están destinadas a que ejecute la señora del presidente”. Reyes Matta destaca que Durán lideró el programa Sonrisa de Mujer, que trabajaba para devolver la dentadura a mujeres que la habían perdido, y que la propia Cecilia Morel, la esposa de Sebastián Piñera, se ha involucrado en asuntos que apuntan al bienestar de los adultos mayores.
Pero en las últimas décadas se recuerda como un hito lo que sucedió en el primer gobierno de Bachelet, en 2006, cuando delegó las funciones de la “Primera Dama” en dos funcionarias públicas. Primero Adriana Delpiano y, luego, María Eugenia Hirmas, porque entregó estas funciones en profesionales idóneas, a las que se les pagaba por su trabajo, pero fuera de su círculo familiar. Lo recuerda Hirmas: “Con el retorno a la democracia en 1990, las esposas de los presidentes empezaron a formar fundaciones que dependían de Presidencia. Ellas eran las presidentas, pero eran financiadas por la Presidencia. La señora Leonor formó Prodemu, Integra y la Fundación de la Familia. Luego, Martita Larraechea hizo Artesanías de Chile y, en paralelo, consiguió financiamiento para el Museo Interactivo Mirador (MIM). Luisa Durán de Lagos, después, formó la Fundación de Orquestas Juveniles y Todo Chile Enter, que recibía computadores que donaban las empresas y eran destinados a colegios”.
Hirmas explica que su trabajo fue presidir estas siete fundaciones con sus respectivos directorios y, además, ejercer una labor protocolar: “Cuando venían visitas internacionales, que generalmente eran hombres, me tocaba organizarles el programa a las esposas. Me tocó recibir a la reina Rania de Jordania, a Camila Parker, a la reina de Malasia y a todas las esposas de presidentes en el marco de la Cumbre Iberoamericana que se celebró en Chile, donde yo era la anfitriona. También asistir a reuniones internacionales donde se reunían las primeras damas, asesorar a Sudáfrica para la formación de la propia oficina de “Primera Dama” de ese país o incluso organizar en Chile el concurso escolar de ortografía que se realizaba a nivel regional”, asegura la socióloga.
Sobre las intenciones de Karamanos, Hirmas dice que “sí se puede repensar el cargo”, sobre todo en lo que tiene que ver con alguna superposición de funciones entre las fundaciones y los organismos estatales. El abogado Tomás Jordán explica que desde 2014 se formalizó la coordinación de las fundaciones a través de la Dirección Sociocultural de la Presidencia, de donde depende el gabinete de la “Primera Dama” actualmente. El académico de la Universidad Alberto Hurtado, por lo tanto, distingue entre la función protocolar de la pareja del presidente o presidenta y la función administrativa que cumplen, como quedaba de manifiesto en el caso de Hirmas en el primer gobierno de Bachelet. “El presidente Boric deberá tomar decisión de quién cumple esta dimensión protocolar, junto a él, y quien cumple este papel de dirigir esta división del Gobierno”, comenta Jordán.
Para la historiadora Ana María Stuven, profesora titular de la Universidad Católica y de la UDP, “uno puede preguntarse perfectamente bien si los votos son en realidad del candidato y presidente, por qué la señora debería tener un papel predominante, si no se trata de una figura con representatividad y porque, además, implica un rol de familia. Ser “la mujer de” le otorga una posición de poder exclusivamente por esta condición. Y eso es cuestionable, por lo que me parece interesante lo que hizo Bachelet en su primer gobierno”, asegura Stuven. De acuerdo a la politóloga Fernández, “a medida que la sociedad se transforma y se hace más diversa, cabe esperar que el papel de “consorte” de quien dirige un país también deba hacerlo, abriéndose a posibilidades concordantes con exigencias mayores en términos de transparencia y adecuación a los roles cambiantes de género”.
Carolina Guerrero, investigadora asociada al GIGA Institute for Latin American Studies en Alemania, ha estudiado junto a Ignacio Arana el papel de las “primeras damas” en América Latina desde 1990, en una investigación que mostró que pueden tener una gran influencia como miembros de la élite política. A Guerrero, miembro de la Red de Politólogas, le parece “muy interesante que se cuestione y se quiera repensar el cargo”, como lo ha planteado Karamanos. “Este debate lo estamos teniendo hoy sólo porque ella lo puso en la agenda. Resulta muy valioso que se comiencen a cuestionar los espacios de poder de los cuales antes no se hablaba y ojalá se haga desde una perspectiva comparada con otros países”, asegura Guerrero. Y desliza algunas líneas: “Creo que el cargo se debe adaptar a los nuevos tiempos incluyendo perspectiva de género y transparencia. No es una reforma radical, sino que son cambios graduales que afectan el constructo social de lo que entendemos por el cargo de la primera que duren a largo plazo”, reflexiona la doctora en Ciencia Política por la Universidad de Hamburgo sobre el interés que ha mostrado Karamanos, la pareja del presidente Boric, aunque no se sepa aún en qué dirección irán esos cambios.
Fuente: df.cl 31/12/2021