Para que tu voto valga
SI hay una palabra que caracteriza las próximas elecciones generales del 28-A es la indecisión. Calculada en un 41% (46% en Galicia), reuniría un caudal de votos determinante con el que buscan hacerse todos los partidos.
Dicho objetivo es el que vendría marcando unos discursos de campaña que combinan la acritud con la puja electoral. Que cada partido se esmere por ver quién propone más es normal. Sin embargo, no lo es tanto el plagio programático sin disimulo y del que Cs se erige como la fuente de la que abrevar. La conciliación, por ejemplo, se visibilizó desde que Cs planteara equiparar los permisos de paternidad y de maternidad, incluyéndolo luego en el pacto de investidura que firmó con Rajoy. El PSOE lo ha ampliado a dieciséis semanas para 2021. Este partido, por otra parte, se abre ahora a armonizar el impuesto de sucesiones y fijar un mínimo exento común luego de que Cs fuera el primero en plantear su eliminación. El PP muestra particular predilección, no solo por las medidas de la formación naranja en el ámbito educativo como en el caso del MIR para los profesores, sino también por los autónomos. Recordemos que fue Cs quien puso a este colectivo -más de tres millones a fines del 2018- en el mapa de las preocupaciones en España.
Aunque inevitable, dicho tráfico de medidas poco ayuda a clarificar la “empanada mental” que un indeciso reconoció tener por televisión. En ese marco, los programas electorales deberían cobrar un rol importante puesto que ayudan a orientar la decisión de voto. El catedrático Santiago Lago ha llamado la atención acerca de la necesidad de unos programas electorales coherentes internamente desde el punto de vista presupuestario, al tiempo que aboga por su supervisión por parte de una institución externa, competente e independiente, que estime el efecto directo sobre gastos e ingresos de lo que se promete. La imposibilidad de su inmediata concreción no invalida considerar el espíritu que anima la sugerencia. The Economist anticipa la posibilidad de una crisis financiera y se supone que nadie quiere revivir el calvario de lo que fue la anterior, hace justo una década.
Más allá del texto de los programas, existe información de contexto que ayudaría a discernir, en conciencia, a qué se alude con la idea de voto útil. Nos referimos, en primer lugar, a analizar la pertinencia del voto a partidos cuyo tiempo de permanencia en el poder sería suficiente para concretar las promesas con la que ahora vienen a impresionarnos. ¿Es que doce años de gobierno continuado a la cabeza de la Xunta no le han bastado al PP para conectar a Galicia con trenes? En segundo lugar, a esquivar la preferencia por formaciones que se ofrecen, como es el caso del PPSOE, como muros de contención de alguna cosa cuando lo que hicieron fue alimentar al separatismo que hipoteca el futuro de España. Por último, no votar por quienes viven absortos en sus reyertas internas. Los partidos a cargo de los llamados “ayuntamientos del cambio” en Galicia han roto todas las marcas de incapacidad, pero se superan en una: la de gobernarse a sí mismos. Lo resumió bien un reciente titular: “Las Mareas se ahogan en un mar de siglas”.
Fuente: elcorreogallego.es 22/04/2019