Equidades salariales
POCO antes de producirse el de- bate entre el movimiento contra el acoso sexual #MeToo, nacido en Hollywood y un grupo de intelectuales francesas, indicativo de la vitalidad del feminismo, se habían comenzado a ver signos concretos de remoción de algunas barreras para la igualdad de género. Islan-dia declaró ilegal la brecha sala-rial, fenómeno sobre el que se nos advertía que recién se podría cerrar en ciento setenta años. Luego de multitud de estudios, seminarios y recomendaciones en torno al tema un país -¡por fin!- toma el toro por las astas.
A partir del 1 de enero entró en vigor una ley que exigirá, tanto al sector público como al privado, que cualquier empresa que cuente con más de 25 trabajadores obtenga unos certificados gubernamentales que garanticen el cumplimiento de las políticas de igualdad salarial. Y si no, tendrán que enfrentar multas y auditorías. Enseguida, Alemania anuncia la obligación para sus grandes empresas de informar a sus empleadas de cuánto cobran sus compañeros hombres por el mismo trabajo en aquellas compañías con más de doscientos trabajadores. Son los pasos adecuados.
Se estima que, en todo el mundo, las mujeres podrían aumentar sus ingresos hasta 76 % si se superan las brechas salarial y de participación en el empleo, calculándose su valor global: 17 billones de dólares.
En cuanto a España, la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, recordando que la brecha salarial habría bajado cuatro puntos desde 2012, avanzó que el plan de su gabinete sería la realización de auditorías salariales a compañías a partir de 250 trabajadores. Juegan en contra, por un lado, la opacidad de la política salarial y, por otro, lo reducido del ámbito de acción porque ¿qué pasará con la pequeña y mediana empresa? Aproximadamente el 99,7 % de nuestras empresas son pymes, es decir, con menos de 250 trabajadores en sus plantillas. Además, casi el 95 % del parque empresarial son microempresas, con menos de diez trabajadores.
Aunque la brecha salarial se asocia normalmente con el factor género, también puede producirse por otros motivos. El estallido del conflicto catalán permitió conocer que una de las variadas asimetrías territoriales que encierra España se manifiesta en quienes tienen por misión cuidarnos. Los Mossos d’Esquadra, su Policía autonómica, gana casi mil euros más que guardiaciviles y policías nacionales. Es por ello que, a medida en que es más difundida la demanda de equidad salarial de dichos cuerpos (conocida en las redes como #EquiparaciónYa), más simpatías concita. Ciudadanos, incluso, ha exigido una partida concreta como condición para apoyar los presupuestos generales del Estado.
Existe un cierto sentido común instalado acerca de que, como señala Bovero, una sociedad no puede acometer causas mayores sin la existencia de orden público en sus relaciones internas así como de capacidad de defensa frente a otros estados. En tiempos de confusión de prioridades, es bueno recordar que la cautela del orden no es un fin más. Es el fin mínimo que sirve de base para la consecución del resto de los fines.
Fuente: elcorreogallego.es 23/01/2018