Ingratitud política
Es tal la vorágine de acontecimientos a los que el independentismo catalán está sometiendo a España que se olvidan otras situaciones que, en el pasado reciente, fueron tanto o más dramáticas. Sin ir más lejos, no hace nada que estuvimos casi un año sin gobierno, luego de dos elecciones generales. Ello no ocurrió en cualquier momento sino en uno donde España tímidamente salía de la crisis y su posición económica era débil. Con un parlamento fragmentado y ante la ausencia de cultura política de negociación, sólo se pudo ver luz al final del túnel cuando un partido emergente, convertido en la cuarta fuerza a nivel nacional, decidió apoyar a Mariano Rajoy.
Condicionó su apoyo a la firma de un pacto de investidura, posibilitando la estabilidad política y social que la situación exigía. Por otro lado, desatendiendo la egolatría de otros partidos que se mueven por la lógica del “cuanto peor, mejor” convino -por el contrario- en ser una herramienta para mejorar la vida de las personas. De esta forma, facilitó la formación de gobierno en comunidades como la de Andalucía, pactando con el PSOE o en Madrid, con el Partido Popular, entre otras.
Por ello, la lógica inquietud ante el ascenso de la formación naranja en las encuestas no resiste la sorpresa que suscita la frase “Ciudadanos es populismo de derechas”, pronunciada por Miguel Tellado, secretario general de los populares gallegos. También afirmó que “los de Rivera dicen lo que la gente quiere escuchar pero sin colaborar en nada” y que “la renuncia de Arrimadas en Cataluña a presentarse como candidata a la presidencia es por falta de ambición del partido para intentar presidir la mesa del Parlamento”. Se esmeró el citado político en mezclar la falta a la verdad con la ausencia del mínimo rigor esperable de un licenciado en Ciencias Políticas.
La actual ley electoral, que no ha sido cambiada en los treinta y cinco años del PP y del PSOE, posibilita un sinsentido: que Ciudadanos haya ganado en votos y en escaños no le permite formar gobierno. Por otro lado, la asociación con el populismo no puede ser más gratuita porque si hay un partido político que, al día de hoy, lo combate decididamente es Ciudadanos. Y lo hace -al menos- por dos vías. La primera, a nivel programático, ya que reivindica la democracia liberal, el pluralismo social y la regeneración democrática como dimensiones clave para el desarrollo. La segunda, desde la comunidad autónoma que lo vio nacer, enfrentando a un independentismo catalán que, como bien ha señalado la catedrática Máriam Martínez-Bascuñán, ha recurrido a las estrategias propias del populismo.
Mención aparte merece su comentario de que Ciudadanos no tendría conocimiento de los problemas de Galicia. Sin embargo ¿alguien puede realmente presumir de tenerlo? Ni siquiera el PP, que nos gobierna por lustros, podría estar tan confiado. En el reciente estudio Las facetas del bienestar: una aproximación multidimensional a la calidad de vida en España y sus comunidades autónomas, de la Fundación BBVA y el IVIE, nuestra comunidad aparece como la más insatisfecha de España.
Fuente: elcorreogallego.es 31/01/2018