La política en otra parte
Asuntos que antaño resolvían las autoridades políticas se trasladan a otros espacios, revelando una mezcla de abdicación e incompetencia.
CUANDO el temporal producido por la decisión de una mayoría de británicos de salir de la Unión Europea amaine, se podrán ponderar muchas cosas. Entre ellas, las reacciones de los políticos, particularmente los de la zona euro. Un ejemplo es la de Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista Español (PSOE) y a quien las recientes elecciones ratificaron, contra todo pronóstico, como el segundo partido más votado. En relación al referéndum, señaló que “esto es lo que ocurre con las consultas que vienen a trasladar a la ciudadanía los problemas que deben ser resueltos por los políticos”, pero ¿podría haber quedado un tema de tal magnitud sólo en sus manos?
Responderlo nos remite a otros asuntos como las razones detrás de su convocatoria, lo simplificador de un mecanismo de democracia directa que reduce algo trascendente a códigos binarios, los quórums requeridos y su eventual frecuencia. A simple vista, se observa que han ido en aumento como producto de la desafección ciudadana con la política institucional, acrecentada en periodos de crisis como el de 2008. También se suma la demanda por una mayor participación en los procesos de toma de decisión. Hasta ahora, Europa muestra experiencias disímiles. Desde países como España, que ha efectuado sólo dos en su historia democrática reciente hasta Irlanda, el lugar donde más se ha ejercitado, acumulando un récord de 38 entre 1941 y 2013. Un caso paradigmático es Suiza, donde los referéndums, tanto nacionales como cantonales, representan una faceta predominante.
El Brexit ha puesto en cuestión un instrumento que iba al alza pasando a ser, sin advertirlo, “un referéndum acerca de los referéndums” como señaló The Washington Post pero también el funcionamiento de la propia democracia.
En todo caso, Sánchez transmite una preocupación que es legítima. Nos referimos a una creciente tendencia a que asuntos, antaño resueltos por autoridades elegidas, terminan siendo trasladados a otros espacios lo que trasluce, sin pretenderlo, una mezcla de abdicación e incompetencia. En ese marco se inscribe la “judicialización” de la política. En Chile, quizás lo más llamativo sean los planes de las isapres. El 15% de sus afiliados recurren a los tribunales para evitar su alza, con un aumento exponencial en los últimos años. Por otro lado, la resolución de la reforma laboral a través de un veto presidencial anticipa una mayor carga de trabajo de los tribunales. Pero también se registra en el llamado conflicto mapuche. El presidente de la Corte Suprema, Hugo Dolmestch, advirtió una “judicialización innecesaria”, pidiendo incluir a otras autoridades. A esta lógica, además, no ha estado exenta la forma de enfrentar los escándalos de corrupción.
La baja participación en las recientes primarias legales municipales ha suscitado explicaciones que van, desde la escasa información a la oferta indiferenciada, así como apelaciones a revertir el voto voluntario. ¿Y qué tal si los votantes sospechan que aquello que determina finalmente sus vidas depende menos de a quienes votan y más de otras instancias como, en este caso, los tribunales?
Fuente: Blog Voces de La Tercera