Tensiones constituyentes
RESULTA tranquilizador que, en el marco del proceso constituyente, el gobierno anuncie una etapa más para el refuerzo de la campaña de educación cívica. La primera resultó fantasmal si no fuera por el ruido generado por las dudas existenciales de los integrantes del Consejo de Observadores Ciudadanos, a cargo de garantizar su equidad.
Sus inquietudes, y también agobios, no son para menos y crecerán con la cercanía de una contienda presidencial que se advierte “constitucionalizada”. Deberá supervisar la transparencia e imparcialidad de un proceso donde, por primera vez en la historia, se considerará la voluntad popular en la elaboración de la carta fundamental en un contexto donde las expectativas, como bien ha ilustrado el más reciente Informe del PNUD, no admiten respuestas trilladas. Por ejemplo, muchos colocan en él esperanzas de relegitimación de un sistema político que difícilmente recuperará la confianza por la vía de unas reformas políticas que se ven neutralizadas por la sospecha que levantan actuaciones de entes como el SII.
Por otra parte, sobre sus hombros pesa la esperanza de enfrentar la debilidad del “nosotros” y la dificultad para sentirnos partes de un colectivo, fenómeno que ya advirtiera Norbert Lechner en su momento. En lo que se refiere a las mujeres, se anhelan cambios constitucionales que alguna vez las favorezcan. Por último, en la posibilidad de adaptar a los tiempos de la red las reglas del juego se podrá proyectar, de alguna forma, el modelo de democracia al que aspiramos. Con este abanico, un tanto abrumador, que el Consejo no tuviera todavía su propia página web viene a ser un pelo de la cola.
Las dudas, por ahora, abarcan desde el carácter mismo de los consejeros hasta la oportunidad de la realización de unos cabildos que, inevitablemente, se contaminarán con las elecciones municipales, pasando por el perfil que deberán tener sus monitores-guía. Con relación a estos últimos, Carlos Huneeus ha señalado que la remuneración de $ 3,3 millones que recibirá cada uno constituye “la otra arista” del dinero y la política. Ciertamente, ¿no había más alternativas que sucumbir a la mentalidad de intercambio? Hasta en el mundo de la empresa comienza a florecer lo que se denomina el “voluntariado corporativo”, mientras crece exponencialmente el número de organizaciones de nuestra sociedad civil que podrían ser convocadas.
Por otro lado, la educación cívica forma parte de las preocupaciones extra científicas de la Ciencia Política en países como Estados Unidos, por lo que ¿por qué no involucrar a sus cultores criollos en esta cruzada? Para una coalición que más de una vez ha señalado su pesar por haber contribuido a pasar, de una economía de mercado a una sociedad de mercado donde, según el filósofo político Michael Sandel, “todo está en venta”, no deja de llamar la atención el recurso a la lógica utilitarista. Por un lado, plantea expulsar de la educación la mercantilización mientras, en el itinerario hacia la nueva Constitución, la contempla. Por donde se lo mire, una señal de fracaso a la hora de enfrentar la tensión entre los principios propios del mercado y los de la democracia.
Publicada en La Tercera el 11/2/2016