Ilusiones de coordinación
A medida que el país asiste a una segunda ola de la covid-19, con rebrotes múltiples ad portas del retorno a las aulas, se hacen menos audibles las voces que apoyaron la carta firmada por veinte reputados médicos e investigadores enviada a la revista The Lancet solicitando una evaluación independiente de la gestión de la pandemia. Una valoración de este tipo, tal como la llevarán a cabo la OMS o países como Suecia, hasta fue reconocida como necesaria por Fernando Simón, el controvertido director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias para, a renglón seguido, desestimarla “por lo inadecuado” del momento.
Lo que se demanda, parece claro, nada tiene que ver con el trabajo realizado por la Comisión de Reconstrucción en el Congreso de los Diputados, de cuyo resultado ya nadie habla, y mucho menos con la posible comisión mixta que, según lo anunciado por el presidente del Gobierno, incluiría el análisis de los recortes de los años de los gobiernos del PP.
En todo caso, habría otras dificultades para crear una instancia independiente dada la ubicua comprensión que el gobierno tiene de lo que por tal se entiende. Lo vimos en junio pasado cuando se conoció la nueva composición de la Comisión Nacional del Mercado de Capitales (CNMC), organismo regulador para cuya remodelación, amén de excluir al PP, fueron incorporados cinco integrantes del PSOE mientras que Podemos, ERC, PNV y Ciudadanos resultaron con un cupo cada uno bajo el brazo.
Pese a todo, a veces suena la flauta. Fue lo que sucedió con la creación de una Secretaría de Estado de Sanidad que se justificaría, entre otros motivos, por la necesidad de coordinación del nivel central con las comunidades autónomas aunque cabe preguntarse si una instancia nueva no entra a complicar más el ya de por sí enmarañado Gobierno multinivel.
Otra señal vendría dada por el acuerdo de once puntos alcanzado por el ministro de Sanidad con los consejeros autonómicos, celebrado como algo “inédito en democracia”. Tal precedente se trasladó a educación de forma que el inicio del año escolar dispone, por fín, de un marco común mínimo.
Más allá de iniciativas reactivas y puntuales, pesan las condiciones estructurales de una administración obsoleta y no diseñada para la coordinación. Sobre las disfuncionalidades que ello acarrea advirtieron recientemente los firmantes del manifiesto Por un sector público capaz de liderar la recuperación.
No obstante, aunque tuviéramos un modelo organizativo sensible a la colaboración, hay otros fenómenos que, como las discrepancias ideológicas, ponen palos a la rueda. Tal cosa puede inferirse de la forma en la que pidió el voto para la candidatura socialista a la Xunta de Galicia Nadia Calviño, vicepresidenta Tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, aludiendo a la necesidad de “tener un Gobierno que trabaje junto con el Ejecutivo español”.
Para más INRI, Pedro Sánchez cava una nueva zanja en el derrotero, no ya descoordinador sino también centrifugador, que enfrenta España al señalar que las comunidades autónomas pueden, de considerarlo necesario, pedir “estados de alarma” prácticamente a la carta.
Fuente: elcorreogallego.es 2/8/2020