#8M: sueños de igualdad
Lejanos quedan aquellos días de chocolate y de flores que caracterizaban el Día Internacional de la Mujer. Acerca de cómo una fecha, de las muchas para las que Naciones Unidas ha encontrado hueco, tales como la bicicleta, los bosques, el agua, el atún y hasta las legumbres, ha devenido en momento de eclosión feminista, se vienen haciendo todo tipo de análisis.
Su carácter original y circunscrito a recordar la condición de las mujeres en cuanto trabajadoras ha trascendido hasta convertirse en un momento de expresión que congrega la suma de todos los malestares con las brechas que las chilenas enfrentan a nivel económico, político y físico. Pero no solo eso. Se ha convertido en un termómetro más amplio, al tiempo que predictor, del estado de la movilización a partir del estallido social del pasado 18 de octubre. Además, el feminismo chileno ha devenido en inspiración global, no solo por su más reciente impacto con la performance “Un violador en tu camino”, convertido en himno que trasciende culturas. Recordemos consignas como la de “democracia en el país y democracia en la casa”, acuñada al calor de la lucha por la recuperación de la democracia y que engrosa el patrimonio del feminismo trasnacional.
¿Cómo llegamos hasta aquí y, sobre todo, con qué elementos contamos para enfrentar el muy probable horizonte constitucional, ahora con el logro histórico bajo el brazo de una constituyente paritaria? Estas y otras preguntas que hunden sus raíces en la historia reciente podría contribuir a develar un reciente libro de mi autoría titulado “Sueños de igualdad: Crónicas sobre feminismo en Chile”. Recoge una selección de columnas de opinión escritas durante poco más de tres lustros, muchas de ellas alumbradas en este diario. Quien desarrolle un viaje lector por su intermedio encontrará algunos códigos para entender el estado actual de la demanda por la igualdad de género en Chile, catapultada por un feminismo diverso e intergeneracional que, en forma intermitente, exhibe cierta pulsión por diluirse en los extremos.
Aunque su intención original fue la observación de la relación del género con la política, el carácter multidimensional del primero derivó en otras preocupaciones, como la situación de las mujeres en la economía, su ausencia relativa en el discurso público y las transformaciones socioculturales con la corresponsabilidad como vector. Recalar en el análisis del caso Bachelet resultaba inevitable, habida cuenta de que, todavía al día de hoy, son poco más de 10% las mujeres que lideran sus países. Conclusión inevitable es la del papel que puede cumplir la Presidencia como institución, y más cuando es ocupada por una mujer comprometida con sus congéneres, pero que, de darse el caso, no trepida en usar el género como estrategia.
Fuente: La Tercera 11/3/2020