La batalla por el voto en Ciudadanos
LA coincidencia de las negociaciones de Pedro Sánchez para conformar Gobierno con quienes pretenden romper España con las fiestas navideñas conspira para distraer la atención de otros fenómenos, en apariencia, menos importantes. Nos referimos a las circunstancias desatadas en Ciudadanos después de la renuncia de Albert Rivera.
Su anunciada refundación, en cuya puesta en marcha trabaja ahora una gestora cuya composición no ha estado exenta de polémica, abre la posibilidad de que un partido carismático pueda trascender la figura de su líder. Inés Arrimadas es vista como su natural reemplazo. Aclamada por todos los sectores, la portavoz de la formación naranja en el Congreso de los Diputados emerge como la mejor opción. Aunque no ha oficializado todavía su candidatura, ha señalado que las críticas son “muy respetables” pero que son “personales” y “absolutamente minoritarias” al recordar que dicha gestora fue elegida por el 91,4 % de los votos. Sin embargo, su condición de “a mano alzada” hace dudar de una libertad para votar efectiva.
Lo reducido de la crítica lo desmiente la emergencia de una campaña nacida desde las bases con el nombre de “Voto secreto en urna”. El objetivo es cambiar el voto telemático vigente, problemático en diversos procesos de primarias como el bullado de Castilla y León, por uno presencial y en urna.
La campaña en cuestión es importante ya que, indirectamente, contribuye a abrir un debate soslayado sobre las causas de la derrota. Se ha apuntado a comunicación y estrategia pero ambas son consecuencias de un factor explicativo mayor: un modelo de organización que, por su verticalidad y centralismo, contradice su vocación de liberal. Quien así lo ha advertido es su líder en Castilla y León, Francisco Igea, que pide además mayor protagonismo para los afiliados y posibilidades para el debate.
La gestora ha mostrado renuencia al cambio, escudándose en que el voto telemático sería “más garantista y moderno”. Se apoya en que también lo utilizaría Podemos. La comparación resulta insultante para el afiliado de Ciudadanos, que guarda buena memoria de la consulta por la compra del “Chaletón” y para quien la regeneración democrática no se entiende sin transparencia, tanto en casa como fuera de ella.
Perseverar en dicho tipo de voto va, por otro lado, en contra de las tendencias electorales vigentes. Dado que Ciudadanos se reclama con vocación “cosmopolita”, haría bien en mirar la experiencia internacional. En el mundo, apenas diez países tienen voto electrónico, entre ellos Venezuela. En Europa, Holanda enfrentó el riesgo de hackeos volviendo al conteo de votos a mano. Hasta Transparency International se ha posicionado contra una modalidad de voto que considera “falsamente identificada con la modernidad y el progreso” y que “puede generar posibilidades de fraude mayores hasta alterar completamente el proceso electoral”.
De lo que termine sucediendo en Ciudadanos se podrían sacar lecciones más generales. Existen investigaciones académicas en curso que no se ven especialmente facilitadas por un uso electoral de la tecnología, todavía muy dispar, por parte de los partidos en España.
Fuente: elcorreogallego.es 20/12/2019