Ciudadanos en Galicia
TAL como anticiparon los sondeos, Galicia pasó a engrosar el saldo electoral negativo que Ciudadanos arroja en casi toda España. Dicha formación no logró retener los dos escaños obtenidos el pasado #28A por A Coruña y Pontevedra.
El perfil de algunas de sus candidaturas, su débil implantación territorial y un modelo cesarista de partido, entre otros factores, anularon el peso de una marca que ya venía depreciándose. De hecho, la prensa da cuenta de bajas en distintos lugares de Galicia, en apariencia voluntarias, que pugnan por condenar a la formación a ese sambenito de irrelevante que la prensa gallega le cuelga.
Su refundación, precipitada por unos resultados deshonrosos a los que siguieron la renuncia de Albert Rivera, levanta algunas preguntas. La primera, por la sobrevida de dicha organización más allá de su figura. Aunque los partidos carismáticos presentan grandes dificultades para trascender a su líder, el escenario de una sucesión en manos de Inés Arrimadas debiera despertar entusiasmo más allá de sus propias filas.A una España que presume de paritaria ya le está tardando que las mujeres lleguen a liderar partidos a nivel nacional, superando las portavocías como techo. La segunda es por el lugar que le asigna a Galicia, habida cuenta de unas elecciones autonómicas inminentes. La preocupación no es trivial ya que el mensaje de Ciudadanos para Galicia es claramente insuficiente. A pesar de contar con buenos equipos técnicos, el partido ha tendido a ver los problemas de España desde una atalaya, la de su origen y experiencia en Cataluña.
Para la formación naranja, Galicia resulta objetivamente una plaza difícil. Ello obedece menos al peligro del nacionalismo separatista que a la incidencia del factor Feijóo. Efectivamente, como alguna vez reconociera una de sus portavoces en nuestra comunidad, su liderazgo moderado, equilibrado y con talante unificador calza bien con el modelo que a Ciudadanos le gustaría para Galicia. El presidente de la Xunta resulta exitoso en proyectar ese centrismo político del que los naranjas se fueron distanciando, a pesar de las advertencias de los disidentes que partieron. Abordar su crisis de identidad será, sin duda, uno de los temas clave de su próximo Congreso Extraordinario.
El líder de los populares gallegos afirmó recientemente que “el centro en España es el PP”. En un país tan balcanizado, también en lo ideológico, resulta apresurado hablar de un centro compacto y monolítico. Aunque algunos analistas se muestran escépticos frente a la utilidad de dicha categoría para definir identidades políticas, es probable que no exista uno sino varios centros. No es ese lugar grisáceo, carente de la intensidad y del color que se adjudica a los que abrazan extremos. Por el contrario, contiene matices.
Que votantes de Ciudadanos se hayan refugiado en otras opciones puede ser algo más circunstancial y adaptativo que un abandono definitivo. Los acontecimientos irán demostrando la necesidad de ese centro liberal, moderno, pragmático, reformista, regenerador, cosmopolita y garante de estabilidad que alguna vez prometió. Mientras tanto, el #10N va dejando muchos huérfanos.
Fuente: elcorreogallego.es 15/11/2019