Peregrinas del Camino, modelos de autonomía
LA mayor conciencia de la importancia de la igualdad de género para las sociedades contribuye a que se estén desplegando esfuerzos por visibilizar el papel, desconocido hasta ahora, que las mujeres han jugado en distintos momentos de la historia. En esa tarea, es posible constatar un particular énfasis en promover su interés en la ciencia y la tecnología. Se trata de romper brechas y hacerlas partícipes plenas de la Revolución Tecnológica en curso, pero se observa también en otros ámbitos.
Un ejemplo lo constituye la interesante serie que viene publicando EL CORREO GALLEGO bajo el título Mulleres na Ruta Xacobea, donde se retrata la relación que la mujer ha tenido con el Camino a lo largo de los siglos. Pareciera ser fruto de una feliz confluencia. A la corriente imperante por visibilizar el protagonismo femenino se suma el auge que experimenta el Camino de Santiago, con un renacimiento del peregrinaje, al punto que se espera que el Año Jubilar 2012 podría asistir a la superación de la barrera del medio millón de peregrinos. Ello acrecienta, a su vez, la curiosidad por estudiar sus aspectos más inexplorados, Tanto para Galicia, como para España y Europa toda, el Camino de Santiago es fundamental por su carácter de ruta medieval vertebradora que experimenta una vigencia renovada.
De esta forma, y tal como nos informa Xosé Antonio Grela en el artículo con el que se inicia la serie periodística en referencia, vamos conociendo historias de mujeres y su relación con el Camino, desplegado a través de distintas motivaciones y facetas. Una primera perspectiva se refiere a la peregrina en cuanto sujeto histórico femenino. Mujeres de la realeza tales como María de Anjou, Constanza de Castilla e Isabel de Aragón, pasando por místicas como Brígida de Suecia hasta las guiadas por el interés intelectual como Georgiana Goddard King, la primera norteamericana en realizarlo, son tan solo la punta del iceberg de muchas otras que lo hicieron desde el más absoluto anonimato.
Otra faceta que los estudios destacan es la relación de las mujeres con el Camino en cuanto a mecenas, colaborando o sufragando la creación o el sostenimiento de infraestructuras, por medio de donaciones pero también mediante su intervención en actividades económicas que promovían la peregrinación y extra muros de la vida propiamente doméstica.
Se podría pensar que una lectura feminista de dicha información resulta extemporánea. Sin embargo, vale la pena poner atención a la afirmación que hace Manuel F. Rodríguez, luego de haber profundizado en el estudio de la figura de la inglesa Marguery Kempe, llegando a la conclusión de que “era más una amante de la libertad que una mística”. Tal afirmación revela que Kempe, y quizás no solo ella, se acercaron a la experiencia andariega incentivadas no solo por motivos religiosos sino, asimismo, por una aspiración de emancipación que, en este caso recala en una de sus expresiones: la libertad de movimiento y de interacción con el mundo exterior.
Conocer las historias de las peregrinas del Camino cobra particular importancia en momentos en que asistimos a un fenómeno, el del aumento del número de mujeres que viajan solas, junto con una preocupación creciente por la seguridad femenina a raíz del nuevo clima social y cultural generado por el movimiento #Metoo.
El debate sobre la seguridad femenina interpela al Estado en su rol de ordenador del espacio público con iniciativas que van, desde modificaciones en el transporte hasta botones de seguridad, pasando por herramientas digitales que buscan proveer apoyo y prevenir posibles ataques. Frente a ello, no son pocas las que se rebelan ya que vendría a suponer formas de paternalismo y revictimización, potencialmente portadoras de retrocesos en sus pretensiones de autonomía. Lo anterior cobra sentido cuando leemos lo que la mayoría de las mujeres reportan, una vez hecho el Camino: sana convivencia, tranquilidad y compañía.
En ese marco, si bien las pioneras de tan singular singladura representan experiencias de género únicas de un momento histórico de roles sexuales rígidamente establecidos y de riesgos objetivos mayores, representan “modelos de rol” para las mujeres de este tiempo. Acercarnos a su capacidad de decisión y valentía invita a reflexionar en el necesario equilibrio entre la protección que se le demanda a las administraciones, por un lado y, por otro, la responsabilidad individual traducida en autocuidado.
Fuente: elcorreogallego.es 31/10/2019