¿Quo vadis, Ciudadanos?
LAS encuestas que anticipan resultados de las elecciones generales del próximo 10 de noviembre muestran algunas coincidencias. De las cuartas elecciones en cuatro años se espera, en primer lugar, un cuadro que difícilmente permitirá salir de la situación de bloqueo. Es más, se piensa que podrían llevarnos al punto de partida en forma de un gobierno socialista inestable y posiblemente efímero. En segundo lugar, se podrá constatar la resiliencia del bipartidismo al tiempo que la clausura de la esperanza que supuso esa “nueva política” que pretendían encarnar Ciudadanos y Unidas Podemos.
Lo anterior lleva a preguntarnos por qué, casi como la ley del eterno retorno, todo lo que en política se postula como nuevo termina repitiendo aquello que -en teoría-venía a superar, fusionándose con lo realmente existente. En tiempos donde el futuro demanda capacidad innovadora y un cierto pensamiento disruptivo, la política se aferra a lo de siempre, expresado en códigos binarios y excluyentes (izquierda o derecha, por ejemplo), así como en lógicas instrumentales y tacticistas alimentadas por elecciones recurrentes.
Pensemos por un momento en los argumentos sugeridos para la incorporación de mujeres a la política. Uno de ellos se recoge en una frase promesa atribuida a la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, hoy Alta Comisionada de NNUU para los Derechos Humanos: “Cuando una mujer entra en política, cambia la mujer. Cuando muchas mujeres entran en política, cambia la política”.
De acuerdo a ella, que España tenga el gabinete más paritario de Europa, con 61 % de ministras, debiera hacer alguna diferencia. Por el contrario, no solo la política española no ha cambiado sino que se revela crecientemente polarizada y fragmentada.
Otro ejemplo de la dificultad de novedades proclamadas en este ámbito lo suministra Ciudada- nos, partido que decide darle la espalda a la historia cuando esta le pone en bandeja la posibilidad de colmar su misión: librar a España del chantaje de un nacionalismo separatista que la lastra. Ofrecía, además, una regenera-ción cuya sinceridad se empaña con sus pactos con el PP en distintos lugares pero que es tan urgente como necesaria.
En el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International 2018, nuestro país ocupa el puesto 41 (con Georgia, Letonia y San Vicente y las Granadinas), así como el número 20 entre los 28 países de la UE.
Por otra parte, desde el punto de vista organizativo, aunque en su carta de presentación ensalza el valor del mérito y del trabajo en equipo, realizó fichajes que hacen dudar de lo primero junto con optar, para su proceso de toma de decisiones, por fórmulas más cercanas al verticalismo y control del modelo del industrialismo que a la gestión de la diversidad que demanda la revolución industrial. Xavier Pericay, uno de sus fundadores lamentó, antes de renunciar, la existencia de una cultura interna que no permite el debate ni la discrepancia y que salió a la luz a raíz de su política de pactos.
Solo cabe esperar que esa flexibilidad que se le presume a organizaciones de corta vida le permita lo que muchos ansían, tanto en forma como en fondo: rectificar.
Fuente: elcorreogallego.es 26/09/2019