La ‘nueva política’ desde adentro
LA maratón electoral vivida en España no deja las cosas mejor que antes. En el corto plazo, no se observan salidas al bloqueo y a la parálisis. Por ello, no es raro que el último CIS muestre que la clase política haya saltado del tercero al segundo lugar entre los mayores problemas percibidos por los españoles. En ese marco, cabe preguntarse qué responsabilidad tienen en ello las expectativas generadas por la llamada “nueva política”, expresada en la emergencia de dos formaciones de ámbito nacional que capitalizaron el descontento tras la crisis de 2009.
De Unidas Podemos, ya lo sabemos. Su promesa de justicia social terminó en un devaneo burgués: un chalé en Galapagar.
Ciudadanos proyectaba otra cosa. Surgido para plantar cara al independentismo en Cataluña y como alternativa al bipartidismo, desde la moción de censura parece haber desviado su vocación original de centro, moderado y liberal, llevándolo a competir con el PP por el liderazgo de la derecha. La dimisión por su desacuerdo con la política de pactos del que fuera su portavoz de Economía y secretario de Programas, Toni Roldán, lo sumen en una situación extraña. Ostenta un tercer lugar electoral al tiempo que proyecta confusión.
Cuando retorné a Galicia, recalé en Ciudadanos de forma natural. Venía desilusionada de una izquierda que, como la latinoamericana, había alimentado a Chávez y al chavismo, tanto por acción como por omisión. La conocí de cerca en Chile en mi condición de directora ejecutiva de un think tank ligado al ex presidente Ricardo Lagos y como asesora de presidencia durante el gobierno de Michelle Bachelet. Regresé con tristeza -no solo política- por el hoyo de desgracia en que ha caído el país al que emigraron mis padres y donde nací. Comencé a reflexionar sobre la necesidad de entrecruces, no dogmáticos y heterodoxos, como respuesta a los problemas sociales. En 2016 publiqué una columna donde confesaba una extrañeza: ¿por qué persistían en política fórmulas de identificación en lógica binaria, monolíticas y excluyentes mientras prosperaban, en ámbitos como el sexual, referencias como gender fluid para denotar a quienes no se identifican con un género fijo y único?
Si Ciudadanos preocupa a nivel nacional, más debe hacerlo en Galicia donde no despega. Más que intentar limar nuestro individualismo y atávica desconfianza, los alimentan. Como secretaria de Programas durante quince meses pude constatar una disociación: mientras un jefe como Toni Roldán estimulaba la iniciativa, el talento y la colaboración, la dirigencia autonómica restaba apoyo y extremaba exigencias. La referencia a los becarios o a quienes experimentan algún tipo de mobbing resulta útil para denunciar que no es aceptable recibir un trato similar por quienes, ajenos además a cualquier forma de meritocracia, pretenden torcer la naturaleza de una relación altruista y voluntaria. Además, carente de remuneración de por medio, nada tiene que ver con una empresa.
Cuando se renuncia a un cargo, en el silencio algunos ven elegancia. Otros, cuya postura comparto, constatan complicidad con ciertos vicios. De no develarse, más se contribuye a la deslegitimación del partido.
Fuente: elcorreogallego.es 09/07/2019