¿Se equivocó tanto Cantó?
ESTÁBAMOS muy tranquilos en esta bucólica esquina de España cuando una frase de Toni Cantó hizo sonar todas las alarmas. Afirmó que en Galicia estaría desapareciendo el castellano. Lo hizo en el marco de la presentación de una propuesta de ley de Ciudadanos en el acceso al empleo público sin discriminación por razones lingüísticas. Aunque se apuró en matizar que se refería solo al ámbito específico de la Administración, activó un sector del hooliganismo, el de tipo lingüístico, que no solo la sacó de contexto sino que acusa como desinterés por la promoción de gallego cualquier intento por pensar con seriedad las actuaciones que se hacen al respecto.
En la vida cotidiana, por su parte, el castellano vendría ganando terreno desde los años 90 según Real Academia Galega (RAG). Se apunta a la escuela como agente “desgaleguizador” en su rol de transmisión generacional pero ¿será la única responsable? Las personas mayores, por ejemplo, juegan también un papel pero no es raro escuchar quejas, no exentas de cierta retranca, acerca de lo ajeno que les resulta el que los medios divulgan.
Por otro lado, existe un nutrido tejido de colectivos y organizaciones, tan alimentado por dineros públicos como ayunos a la hora de hacer autocrítica de su quehacer promotor. Sin temor a exagerar, y dada la ausencia de evaluaciones rigurosas y públicas, es probable que haya hecho más por el gallego en un solo día el pianista James Rhodes que varios de ellos por décadas. En una reciente visita a Vigo, y con un simple tuit, encandiló a medio mundo: “Adeus Vigo. O lugar más bonito. Votareite de menos. Moitas grazas por todo. Espero verte pronto“. ¿No será que a la lengua, como en otros aspectos de la vida, se llega más pronto por amor que con el fórceps de la burocrática imposición? Un elocuente modelo de rol es Victoria Moreno, la escritora símbolo de la celebración del Día de las Letras Gallegas de este año.
El bilingüismo armónico es una aspiración pero las políticas al respecto lucen agotadas. En ese marco, poco ayuda el hecho de aducir maltrato por parte de quienes se autoproclaman defensores exclusivos de un gallego que, por el contrario, nos preocupa y es patrimonio de todos.