Dilemas post elecciones
No hay dos opiniones. La séptima competencia presidencial desde que se recuperara la democracia es la más desangelada que se recuerde. La ausencia de movilización, junto con debates enmarcados entre la continuidad de un puñado de reformas o bien pararlas en seco, poco ayudan a tomarle el peso a lo que viene. Conducir un país, y más uno como Chile, sometido a muchos cambios en poco tiempo, entraña crecientes dificultades para interpretar contextos (¿alguien se acuerda del bombástico “derrumbe del modelo”?), pero también de coordinación y de gestión.
Se han tratado de justificar las limitaciones con la idea de que la ciudadanía estaría cada vez más empoderada, demandante y consciente de sus derechos. Puede que sirva para apuntar el descontento que se expresa en la calle pero no para entender lo que sucede en las capas más profundas de la sociedad. Quien llegue a La Moneda deberá enfrentar una abstención estructural que, en apariencia pasiva, no es manca, expresándose luego en las redes sociales. También a electores que hoy entregan su voto aunque mañana lo nieguen en unas encuestas que ya mostraron sus limitaciones con el Brexit y la elección de Trump. Sumemos a ello la perversión del lenguaje, en la que el independentismo catalán ha venido dando cátedra, manipulando términos como autodeterminación, democracia y derecho a decidir para nutrir, de paso, unas fake news que constituyen el Caballo de Troya de la injerencia extranjera. La consultora Gartner afirma que la mayoría de los ciudadanos de las economías desarrolladas consumirán más noticias falsas que verdaderas en el año 2022, pero también augura que se volverán más peligrosas, al punto de amenazar la supervivencia y la estabilidad de las democracias occidentales.
La derecha, que anticipa lo que viene, invoca la reedición del espíritu de la transición para que Chile llegue al desarrollo en 2025. Ya intentó algo parecido en 2010, cuando apeló a la “democracia de los consensos”. Salvo por el paso fugaz de Jaime Ravinet por el gabinete, no surtió mayor impacto.
Los análisis de datos y el big data abren ingentes posibilidades para conocer mejor una sociedad en la que las actitudes cambiantes y contradictorias ya son una constante. En lo inmediato, quien conduce un país se apoya en un gabinete que lo acompaña pero, sobre todo, en el comité político y en los asesores del “Segundo Piso”. Aunque suele ser visto como un “espacio de confort” del presidente, el cúmulo de dilemas señalados estarían mal servidos si, además de la confianza para conformarlo, faltase un ingrediente más bien escaso en los cenáculos del poder: aquella lealtad que se traduce en crítica diligente. De ese equipo más cercano que rodee a quien resulte ganador se desprenderán pistas acerca de cómo se abordarán estos asuntos.
Fuente: Blog Voces de La Tercera 02/11/2017