Responsabilidad reactiva
NO TERMINABA el gobierno de lanzar su campaña para promover la participación en las próximas elecciones municipales cuando estalla el padrongate lo que, a su vez, motivó un cambio de gabinete, en apariencia acotado, pero con implicancias para las definiciones presidenciales que vienen. Casi medio millón de chilenos se notificó del cambio de su lugar de votación por parte del Registro Civil, hecho de manera inconsulta. Se han ventilado recriminaciones cruzadas ante una ciudadanía que, si bien desconfía del Congreso y los partidos, todavía se sentía orgullosa de su sistema de votaciones. Se dice que alguien, en algún lugar de La Moneda, lo advirtió pero la prevención terminó como una botella lanzada a ese mar de minutas y planillas en el que han devenido algunas reparticiones públicas.
El episodio, que involucra a órganos oficiales y que acontece en momentos en que proliferan iniciativas que exigen de los candidatos transparencia y probidad, tiene mucho de un abuso que no es de ahora. Su domicilio no descansa solamente en las empresas que se coluden o en las AFP. También sucede cuando, al amparo de las arcas fiscales, no se hace bien el trabajo y ello no tiene mayor costo reforzando, con ello, la idea de privilegio y de un mundo paralelo. No deja de resultar llamativo que la apelación a cargos de confianza política, muchos de los cuales esconden incompetencia, contraste con la aspiración a la gestión del talento que trae de cabeza a headhunting y gerencias de recursos humanos. Así como el gobierno de Piñera visibilizó los conflictos de interés, el actual le ha puesto más luz, si cabe, a la peor cara del cuoteo, pero cabe preguntarse, ¿por qué dicho criterio, necesario sobre todo en gobiernos de coalición, ha terminado reñido con la idoneidad?
El diputado Andrade señaló que las renuncias no solucionarían nada; pero veamos las alternativas existentes hoy día: que el desaguisado se judicialice (abdicando la política de sus deberes); se corte el hilo por lo más delgado (remoción de algún funcionario de tono menor) o el asunto termine naufragando en una comisión investigadora. Un cambio de gabinete puntual y reactivo como el que acaba de acontecer salva el momento, pero no responde apropiadamente al déficit de responsabilidad política que se observa en Chile. Se entiende por tal la imposición de sanciones por el modo en que se ejerce el poder político y cuya naturaleza es, precisamente, política.
Si bien es una característica más propia de la forma parlamentaria de gobierno, es hora de explorar fórmulas en el marco de nuestro presidencialismo. América Latina ha ensayado un camino a través de la difusión de la revocatoria de mandato, mecanismo semidirecto de control ciudadano consistente en la destitución de funcionarios, bien del ejecutivo o del legislativo.
Existe la probabilidad de que la polémica suscitada en torno al padrón aumente la tendencia a una abstención electoral que la mayoría de los analistas anticipan, pero también puede suceder lo contrario: concurrir a las urnas con nuestro voto para intentar librarnos de la ineptitud y del olimpismo. De nosotros depende.
Fuente: La Tercera 20/10/2016