La proyección
Resulta llamativa la seguidilla de declaraciones que, día por medio, le ponen la lápida a la Nueva Mayoría sin ni siquiera esperar el resultado de la contienda municipal. El poco apoyo ciudadano, las crecientes restricciones presupuestarias y las divisiones a su interior, tanto programáticas como electorales como reveló el episodio del Servel, ¿justificarán tanta ansiedad?
Recordemos que, salvo por la epifanía que supuso el gobierno de Patricio Aylwin, los demás han debido convivir-cual más, cual menos- con dos almas: autoflagelantes y autocomplacientes en los tiempos concertacionistas así como conservadores y liberales durante el cuatrienio de la centro derecha. Es por ello que hay que buscar algo más. Por un lado, está el vértigo que genera el conocimiento, a cuenta gotas, de irregularidades relacionadas con el financiamiento de la política, pero también hay otros factores como la fragmentación que se anticipa con la pérdida del cemento que producía el sistema binominal. Mucho se ha repetido que éste generaba fuertes incentivos para la formación y la permanencia de las coaliciones, ¿pero no habrá terminado siendo más mito que realidad? Las conexiones mecánicas y directas entre el sistema electoral y los resultados de partido han sido cuestionadas por autores como Peter Siavelis, quien ha explorado otras explicaciones como la sincronización y secuencia de las elecciones, la capacidad de recompensa para los perdedores y los niveles relativos de apoyo electoral entre partidos. Adicionalmente, se podría esgrimir que la rapidez por ponerle fecha de vencimiento resulta de tempranas dudas existenciales acerca de si constituye un acuerdo de tipo electoral más que de gobierno propiamente tal. A primera vista, resulta difícil aceptar lo primero si se concuerda que Chile tiene lo que se llama un “presidencialismo de coalición”.
Sin embargo, vale la pena recordar que la Concertación, la coalición que ha estado continuamente en el gobierno por más tiempo en Chile, nació como un pacto electoral entre partidos distintos para enfrentar un periodo corto y excepcional. Los preocupados por la proyección de la NM debieran revisitar una corriente de literatura que emergió durante el primer gobierno de Michelle Bachelet con la pretensión de explicar, casi ex post, su origen, naturaleza y significado para la vida del país. De algunas de sus lecturas se desprende una nostalgia que parece anticipar la derrota electoral que luego vino. En ese marco, resulta sugerente el análisis de Alfredo Joignant en clave genealógica,planteando sus sucesivos intentos de reinvención y concluyendo que, si bien supo dotarse de programas y de políticas, no formuló un proyecto con alcance histórico.
Hoy, para enfrentar la zozobra, y con el peligro de tropezar en la misma piedra, se alzan voces que sugieren acelerar la carrera presidencial y desplegar liderazgos que, aunque sin popularidades impresionantes, se aspira que sean útiles para “ordenar a la militancia”. Por tanto, la tentación de posponer, una vez más, la discusión de las ideas y los proyectos distintos que coexisten en su interior está latente.
Fuente: Blog Voces de La Tercera