Innovación partidaria
Resulta evidente que la renuncia del diputado Pepe Auth al PPD trasciende sus fronteras, sacudidas ahora por los aportes recibidos desde SQM. Se ha señalado, entre otras cosas, que obliga a hacer un examen a fondo acerca de la proyección de las ideas socialdemócratas en nuestro contexto. Las ha traído a colación el propio senador Girardi al calificarlas de obsoletas y anacrónicas, señalando que habría que avanzar hacia algo que denomina “izquierda ciudadana” pero que se presta para cualquier cosa.
Los dardos iban contra el clientelismo que denunció el ex Presidente Lagos, considerado el padre fundador de esa tolda política y quien en su momento adscribió a la Tercera Vía. A pesar de la crisis de identidad que experimenta en Europa, sigue en pie la esperanza de un Estado de Bienestar a través de reformas socioeconómicas en el marco de economías de mercado y democracias competitivas. La urgencia es mayor en América Latina, luego del fracaso de modelos que se auto reivindicaban progresistas.
El PPD irrumpió con frescura, naciendo a fines de los 80. En ese momento, caía el Muro de Berlín y en Chile se luchaba por la recuperación de la democracia. En lo específico, sirvió para recolectar firmas que posibilitaran un triunfo para las fuerzas opositoras en el plebiscito previsto por la propia Constitución del 80. Su novedad estribaba en su autodefinición como partido de ideas y no de ideologías, su apertura a temas vistos como rarezas tales como el medio ambiente y la igualdad de género y su acogida a personas procedentes de ideologías diversas, contraviniendo los clásicos códigos binarios. Demasiado rompedor para el minset dominante. La incomprensión se tradujo en subestimación, tachándolo desde partido instrumental hasta catch-all-party. En el imaginario colectivo fluctúa el partido de masas como ideal y cabe la duda de si los partidos programáticos, recomendados hoy desde la politología, serán los más aptos para enfrentar los dilemas de la post representación, con electorados volátiles.
Lo anterior nos lleva a preguntarnos: ¿por qué la política partidaria que se presenta como novedad termina reproduciendo lo existente? La historia muestra que casi todos los partidos surgen como contestación a un statu quo que termina por engullirlos, como Saturno a su propio hijo.El gobierno jura que sus reformas políticas serán significativas pero su tufillo formalista y sancionatorio dialoga más con el siglo XX que con la revolución digital del siglo XXI.
En el lapso de un año, más de 12.000 personas han abandonado su militancia política. Sumemos a ello que, según el último Barómetro de la Política CERC-MORI, 48% (en su mayoría jóvenes) asegura que los partidos no sirven para nada. Por contraste, se encuentran en formación dieciocho partidos. ¿Cómo saber que, bajo un cóctel de siglas, no asistiremos a más de lo mismo? Moisés Naim, en El fin del poder, señala que las innovaciones disruptivas no han llegado aún a la política pero mantiene su confianza. Por tanto invito a pesquisar, entre tanta oferta, aquel por donde circulen innovadores sociales, ya que pudiera llegar a ser el Uber, pero de los partidos.
Fuente: Blog Voces de La Tercera.