El trabajo político
Una fatalidad. Así podría ser vista la coincidencia del viaje del senador Pizarro para asistir al campeonato mundial de su deporte favorito mientras la región que representa fue azotada por un fuerte sismo. Pero, ¿era correcto hacerlo en la semana distrital? La práctica al respecto no es clarificadora: la Ley Orgánica que rige al Congreso no la especifica, pero tampoco los recesos, las vacaciones o los días de su funcionamiento. Aunque en teoría se rige por los acuerdos de bancadas, las dos situaciones coexisten. De esta forma, si bien se destina al trabajo directo en las zonas representadas, también se realizan viajes durante dicho periodo.
En este caso los astros se alinearon para reforzar la idea de privilegio que se asocia a dichos cargos, porque siendo francos, ¿podría usted realizar un viaje similar si no fuera en el marco de sus vacaciones legales? Aunque la respuesta es de seguro negativa y con razonable enojo, quien conozca de cerca las exigencias de la vida política podría tender a la justificación. El senador Pizarro, como la mayoría de sus pares, ha hecho normalidad de esas jornadas 24/7 que fueron ensalzadas tan torpemente por el gobierno anterior. Todos conocemos la experiencia de robarle horas al sueño, que llega a ser incluso enajenante. De ahí a perder la capacidad de discernimiento, pensando que un viaje más o menos es inofensivo, hay sólo un paso.
Resulta paradójico que los mismos parlamentarios llamados a debatir una reforma laboral relacionada con las condiciones laborales de los chilenos no alcancen a observar cierta irracionalidad en las propias. Jornadas maratónicas para aprobar leyes, reuniones hasta altas horas de la noche y tiempo dedicado a estériles actividades protocolares coexisten con una semana al mes para contacto con sus electores, lo que alguna vez un senador llamó “rally distrital”. Los políticos contribuyen a nuestro quinto lugar como país donde más horas se trabaja según la OCDE, salvo que tienen, junto con prebendas, una responsabilidad capital: tomar decisiones que nos afectan a todos.
Los recientes escándalos de corrupción asociados al financiamiento de la política los tienen legislando a todo vapor, en un intento por recuperar la credibilidad perdida. De esta forma se acelera el tranco para despachar la agenda de probidad y transparencia, se avanza en exigencias como la dedicación exclusiva, multas por inasistencia, así como la aprobación de pérdida del cargo cuando se infrinja gravemente la ley electoral en materia de transparencia y límite de gastos.
En la primera cuenta pública de la Cámara Alta en toda su existencia, su presidente, el senador Patricio Walker, anunció otras medidas, como una comisión que entregará propuestas destinadas a modernizar el proceso de generación de las leyes. La preocupación es incorporar nuevos mecanismos de participación ciudadana, pero ¿debiera ser lo único a abordar? En una sociedad donde avanza el reclamo por balances entre lo laboral y lo personal, incluyendo el cuidado y la crianza, bueno sería tener parlamentarios con ritmos y vidas que les permitan no sólo tener capacidad de alerta, sino desempeñarse como personas integrales.
Publicada originalmente en mi blog en “Voces” de La Tercera.