Cuotas: sin bajar la guardia
Tras una espera tan larga como los años acumulados desde el retorno a la democracia, las chilenas están ahora más cerca que nunca de ver la concreción de una ley de cuotas de género. La iniciativa está vinculada a la propuesta de reforma electoral presentada por el gobierno de Michelle Bachelet. Para que la disposición que establece que las listas de candidaturas contemplen no más de 60% ni menos de 40% de cada sexo pueda ser más eficaz, se ha acompañado de incentivos financieros para las candidatas. La cifra de 500 UF por candidata electa, si bien es baja, supone una señal de que el financiamiento es uno de los obstáculos más severos para las mujeres a la hora de emprender una carrera política.
Quienes han acompañado el debate en las instancias respectivas, han sido testigos de que a pesar de que asistimos a un segundo mandato de Michelle Bachelet, así como mujeres ocupando las testeras del Senado, la CUT y el Tribunal Constitucional, se mantiene la resistencia a incluir a las mujeres en las áreas de decisión política. Sin embargo, se observan algunos cambios en los argumento para rebatir la medida o, en su defecto, relativizar sus posibles efectos. La exigencia de meritocracia que suele aplicarse de manera superlativa sobre las mujeres, se mantiene, aunque ahora acompañada sin disimulo con el alegato de que no habría suficientes mujeres para cumplir la exigencia del 40% obligatorio de candidatas mujeres por distrito y/o circunscripción. La cientista política Javiera Arce (@javiarce) ha ido documentando bien el proceso en interesantes columnas publicadas en el diario El Mostrador. En la más reciente, titulada “Es que no hay mujeres”, informa que al 2010 las mujeres superaban ampliamente el 51% de la militancia en todos los partidos políticos. Aunque los partidos de derecha tienen más mujeres dentro de su militancia, los que integran la Nueva Mayoría no bajan del 40%. Por tanto, el argumento se derrumba por sí solo.
Además del plano argumental, existe otro ámbito en el que se juega la posibilidad de concreción de la medida. Nos referimos a las estrategias. Ante las advertencias que apuntan a que el sistema de cuotas por partido entrará seguramente en contradicción con las primarias, en caso de realizarse, se alude que “eso se verá más adelante”. Se entiende la urgencia por dejar atrás el sistema binominal como último enclave autoritario en la Constitución del 80, pero si ella sirve para hipotecar las posibilidades reales de representación política femenina, flaco favor se hará a la necesidad de legitimar el sistema político. La lógica de la “medida de lo posible” coexiste mal con la existencia de mayorías en el Congreso, al menos en lo que a esta situación se refiere. Por tanto, urge a nivel del trámite legislativo una indicación que anticipe la contradicción y la neutralice.
Pero la aprobación del tan ansiado sistema de cuotas de género debe ser entendida apenas como el inicio de una larga marcha. Estamos más cerca que nunca de lograr leyes para el equilibrio de género en las candidaturas, pero el aumento de las cifras es apenas el comienzo de un tiempo auspicioso en la medida que nos propongamos que lo sea. Entre otros factores se observa que el movimiento de mujeres, dentro de su riqueza y diversidad, va logrando mayor articulación interna y con las parlamentarias y, por ello, niveles importantes de incidencia. Por otro lado, asistimos a un nuevo intento de organización de la bancada transversal femenina; y además, al tradicional esfuerzo que las ministras del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) ponían en estos asuntos, se suma ahora el compromiso decidido de Ximena Rincón a cargo de Segpres, el ministerio encargado de la articulación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Una mujer con conciencia de género en una cartera que funciona como bisagra entre ambos poderes, así como en la coordinación interministerial, puede hacer la diferencia.
La situación en materia de participación femenina en instancias de poder en nuestro país es, al momento en que se apruebe dicha ley, la siguiente:
– Poder Ejecutivo: 39%
– Poder Legislativo: 13,9% (13% senadoras, 14% diputadas, 19,7% promedio mundial, 22,6% promedio regional)
– Poder local: 23% (12,7% alcaldesas, 24,9% concejalas)
– Promedio general de participación femenina en Poder Ejecutivo, Legislativo y local: 23,1%
– Poder Judicial, concretamente Corte de Apelaciones: 36,6% (ministras); 18,2% (presidentas)
– Embajadoras: 10%
– Universidades: 5,1% rectoras (3 entre 59 cargos)
Resulta útil recordarla, porque va a requerirse el desarrollo de un plan con perspectiva estratégica y dinámica, que requerirá un trabajo en, a lo menos, los siguientes niveles:
1) Incorporar en forma transversal el enfoque de género en la elaboración y tramitación de las futuras reformas políticas, entre las que se encuentra el financiamiento del gasto electoral y la ley de partidos políticos.Saludable sería, en la misma línea, reponer la necesidad de limitar la reelección de los cargos.
2) Trabajar para que la cantidad de mujeres que hoy militan en los partidos se refleje en las instancias directivas y, especialmente, en la selección de candidaturas, de forma de cambiar el funcionamiento de dichas organizaciones, así como una forma de hacer política caracterizada por el sesgo masculino y el predominio de su punto de vista. Actualmente, en Chile, sólo una mujer está a la cabeza de una organización partidaria (Partido Progresista). Otra mujer dirige Evópoli, que ha manifestado su voluntad de transitar de movimiento a partido.Nadezcha Svhvedora, en un estudio realizado por IDEA sobre los obstáculos para que las mujeres participen en los parlamentos, detecta que menos del 11% de mujeres ocupan cargos de dirección de partidos políticos en el mundo.
3) Anticipar las posiciones de liderazgo institucional, así como los cargos a los que las mujeres puedan llegar una vez utilizadas las cuotas. En un trabajo de 2010, Mala Htun y Jennifer Piscopo señalaban que a pesar del avance de la presencia de las mujeres de América Latina y el Caribe en los poderes Ejecutivo, Legislativo y local gracias a las leyes de cuotas, su presencia efectiva en cargos de poder no dependía solamente de una “masa crítica”, sino también de los arreglos institucionales y de las creencias sociales que estructuran sus oportunidades para actuar de manera efectiva. Es muy importante, por tanto, prever su participación en instancias de discusión y decisión como las comisiones del Congreso.No deja de ser llamativo que hasta hoy ninguna mujer integre las comisiones de Hacienda, tanto de la Cámara de Diputados como del Senado, en condiciones de que una de las reformas fundamentales del gobierno es de carácter tributario. Tampoco hay presencia femenina en la comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, instancia que la prensa señala como fundamental a la hora de enfrentar la que será “la madre de todas las reformas”: la nueva Constitución.
4) Tener a la vista los límites de las cuotas, lo que exige desarrollar estrategias diferenciadas para acceder a otras instancias. Las cuotas no garantizan que las mujeres accedan a cargos unipersonales:presidencia, intendencias y gobernaciones (cuando sean de elección directa) y alcaldías.
Las elecciones internas de los partidos y las municipales que tendrán lugar el 2016, pero sobre todo el debate sobre la nueva Constitución, servirán para saber si las mujeres de Chile mantuvimos la guardia en alto y supimos responder a estos desafíos.
Publicado originalmente en mi blog en “Voces” de La Tercera.