Gobierno y nuevo ciclo: modelo para armar
Escrito junto a Eugenio Rivera:
Aunque el terremoto en el norte parece haber dejado atrás las dificultades de instalación del nuevo gobierno, vale la pena volver a ello con motivo de los dilemas de coordinación que enfrenta el bloque oficialista.
Aunque ha sido poco comentado, cuesta entender que no se concretara una apuesta más decidida por la paridad de género en los primeros niveles del Estado. Cuando la Presidenta, al anunciar su gabinete, se excusa por su no cumplimiento, se constata la importancia que le asigna, pero también que los partidos tienen más poder que el que se les adjudica. Salvo por ella misma y sus asesoras Patricia Poblete y Paula Narváez, así como por la ministra Ximena Rincón, las mujeres siguen sin circular por los pasillos donde se cuece el poder real. El estrépito generado por algunos nombramientos, con la resultante de 10 remociones en tiempo récord, ha sacado a flote la versión más compleja del cuoteo. Aunque no se ha inventado nada mejor para promover la colaboración al interior de gobiernos de coalición, y su implementación es parte de la explicación por el éxito de la transición, los nuevos tiempos no soportan su aplicación sin medir unos efectos que en nada prestigian la imagen de la política a ojos de los ciudadanos.
Por otro lado, notoria ha sido la voluntad de cambio expresada en el retiro de leyes, como la ley Monsanto, o el freno de proyectos como HidroAysén, asociados al orden económico-social que hoy aparece como impugnado. En educación, las declaraciones del ministro del ramo han abierto el debate pendiente acerca de la provisión de bienes y servicios públicos como igualadores. Asimismo, resulta positivo el envío del proyecto de reforma tributaria, reafirmando la eliminación del FUT y la voluntad de utilizar la tributación como un instrumento redistributivo, pero sin dejar de lado la incorporación de estímulos efectivos a la inversión. Destacables son las mayores facultades de fiscalización del SII, avanzando a la construcción de una institución moderna y comparable con las de los países de la Ocde.
Los desafíos mayores parecen estar en la coordinación intragobierno como intracoalición, así como con el Congreso. Han surgido propuestas de incluir a la oposición -lo que el PC ha denunciado como “consenso por invitación”- y a los movimientos sociales. La DC parece ser el partido más sensible; de allí sus exigencias de que la bancada sea considerada en las conversaciones, más allá de lo que suceda en el comité político o en las comisiones, o la sugerencia del senador Pizarro de sumar a todas las tendencias a las citas del comité político. Los intentos de articulación a distintos niveles arrojan desafíos que encuentran en la tramitación de la reforma tributaria su primera prueba de fuego. Por un lado, está por verse si la mayoría nominal se traducirá en una mayoría real persistente en el tiempo; por otro, aferrarse a mayorías coyunturales levanta preguntas acerca de la sustentabilidad de las reformas, más allá del mandato.
Por el momento, se observa la búsqueda de un modelo de toma de decisiones presidencial consciente de la complejidad, y que pretende dejar atrás la modalidad de trabajo legislativo de la época de la “política de los consensos”.
Publicado originalmente en mi blog en “Voces” de La Tercera.