Mujer y política
Entrevista a Presidente Lagos Revista Mujer – La Tercera 21/08/05
En Chile, el sexo femenino constituye el 51,18% de la población en edad de votar y el 53% de los electores, pero sólo ocupa el 12.5% de los escaños en la Cámara de Diputados y el 4.1% en el Senado. Una realidad que lleva al país a ocupar el lugar 68 en el ranking mundial de representación femenina en el Congreso. El primer gabinete del Presidente Ricardo Lagos se destacó por entregar cinco plazas a mujeres, incluyendo la de Relaciones Exteriores, y posteriormente Defensa. Hoy, cuando las encuestas confirman el liderazgo de Michelle Bachelet y se habla de un gabinete con paridad de sexos, el Presidente analiza la situación de la mujer y las condiciones que deben cumplirse para elevar su participación real en política.
¿Dónde quedó el machismo que históricamente ha caracterizado a chilenas y chilenos? Se preguntan muchos al enfrentarse al liderazgo de Michelle Bachelet en las encuestas de opción presidencial. El hecho que una mujer sea la primera opción para convertirse en próxima Presidenta de Chile no sería tema, aunque algunos aún miran con desconfianza debido a la baja participación femenina en política que se da en el país. Una situación que ubica a Chile en una baja posición a nivel mundial y también latinoamericano, pues ocupa el lugar 12 entre 18 países.
En el caso de las alcaldías, y aunque se observa una leve alza, la tendencia es similar: la proporción es de 12,1%. En cuanto al Poder Ejecutivo, las mujeres han encabezado como promedio el 20,1% de las carteras entre 1990 y 2003. El incremento más visible se detectó durante el tercer gobierno de la Concertación, pero la tendencia no se mantuvo en el tiempo. En cuanto a puestos de confianza ministerial (subsecretarías, secretarías regionales y ministeriales y jefes de departamentos y divisiones), la proporcionalidad de mujeres se sitúa en el 20% de los puestos.
La decisión del Presidente Lagos de nombrar a un importante porcentaje de mujeres en su gabinete, incluyendo carteras de adscripción tradicional no femenina, puede haber generado el efecto de inducir cambios en el sistema de valores, subjetivos y colectivos, que conformas la cultura política de los chilenos, impactando en las percepciones, actitudes y posibles comportamientos políticos de la ciudadanía. La posible emergencia de una mujer como jefa de gobierno puede ser, a la vez, causa y efecto de un cambio social y de una variación en la distribución del poder político entre hombres y mujeres. Sobre estos temas y el rol jugado por el Presidente Lagos, quisimos conversar con él.
-¿Cómo explica la paradoja de tener una mujer como probable Presidenta de Chile considerando la baja representación femenina en política o que todavía trabajen menos de la mitad de las mujeres en edad activa?
La lucha de la mujer por participación es similar a la de otros países en América Latina, pero la participación femenina en la fuerza de trabajo en Chile es muy baja. Creo que eso tiene que ver con la maternidad, dificultades de con quién dejar los hijos y de que tenemos, desde el punto de vista de educación parvularia, una cobertura baja. Hemos hecho un gran esfuerzo por aumentarla, porque esa es la clave de todo. Un número muy significativo de mujeres en Chile son jefas de hogar y la mujer jefa de hogar es madre y padre a la vez. No tiene tiempo para otras actividades que no sea el sustento.
En muchos países europeos la participación femenina en la fuerza de trabajo es muy importante como el segundo ingreso de la casa. Lo mismo sucede en Estados Unidos. Y cuando este segundo ingreso deja de ser necesario o indispensable, plantea qué se hace con el tiempo libre. En consecuencia, la vocación por una actividad pública surge de manera natural. Pero ese no es el caso en Chile.
-¿Las mujeres hacen política de manera distinta a los hombres?
Te voy a poner un ejemplo: ¿Concibes que dos hombres, que se aprestan a disputar la Presidencia en una primaria, se junten en un café para dar el vamos a la elección y que, cuando termina el proceso, porque uno de los dos se retira, se juntan en el mismo café? Uno no lo ve posible. Hay una forma de aproximación distinta. No es algo que tenga que ver con el sentimiento, pero creo que hay una forma un poco distinta de hacer política. También la mujer es más aterrizada, más concreta, y por eso es posible que lo haga mejor en una actividad ejecutiva que en una tarea parlamentaria. Esto no se ve en Europa, donde la mayoría de los regímenes son parlamentarios. Por lo tanto, la mujer en el Parlamento, cuando esté en el gobierno, puede ser ministro. En Chile, la división es muy tajante.
¿Cómo surge la idea de nombrar cinco ministras en su primer gabinete? ¿Había un número predeterminado de ministerios a ocupar por mujeres?
En el primer gabinete del Presidente Aylwin se nombró a una mujer a cargo de los temas de la mujer, por supuesto, y hubo un poco más de participación femenina entre ellos. A mí me pareció que había que dar un mensaje potente de incorporación de la mujer: en mi primer gabinete, de 16 hubo cinco ministras. Hicimos algo parecido al nivel de los intendentes. Creo que esto fue un elemento importante. Pero cuando dijimos pongamos cinco mujeres, no fueron cinco por algo determinado, sino porque quería dar un salto que fuera notorio.
-Pero su gabinete no está terminando igual, en términos de porcentaje, ¿por qué?
Lo que ha habido es una rotación distinta. No he querido establecer un cuoteo de mujeres. Nombramos a la primera intendenta de Santiago. A lo mejor, en un próximo gobierno, la persona a cargo del Servicio Nacional de la Mujer será un hombre. Eso ya sería la culminación… ¿Por qué no? A lo mejor es una sorpresa que tiene reservada alguien.
Es verdad que hay ciertos ministerios que se identifican con género. El Ministerio de la Mujer, Educación, Salud, Planificación, por ejemplo. Vivienda ya parece más raro. Una mujer con casco es raro. Ahora, Relaciones Exteriores, menos. Es cosa de hombres. ¿Y qué decir de Defensa?
En Chile hubo dos mujeres en cargos que normalmente no eran los usuales, y creo que el hecho de que hayan sido dos mujeres que el país considera que están en condiciones de dirigirlo explica por qué en este Chile un poquito conservador en ciertas cosas no se produjo el debate de si una mujer puede ser Presidente. El debate de si una mujer puede o no puede ha estado ausente. Mi impresión es que si hubiera habido una sola, el debate habría surgido. Luego ha habido otras situaciones. En este periodo llega la primera mujer a la Corte Suprema, la primera mujer que es primera antigüedad es una de las instituciones matrices de las Fuerzas Armadas y eso empieza a generar otra situación. Y creo que va a haber un cambio, pero el cambio más importante se dará si somos capaces de modificar la relación con la fuerza de trabajo.’
-¿Qué pasa, a su juicio, en el Parlamento, porque las mujeres políticas de todas partes del mundo plantean que la piedra en el zapato son los partidos políticos y, particularmente, el rol que éstos juegan en el proceso de reclutamiento y de selección?
Mi impresión es que eso tiene que ver con el modo de hacer política. Tienes que tener mucha paciencia para hacer política partidista y si los que van a determinar la participación son aquellos que, a nivel de política partidista, tienen sus propias “constituencies”, uno pierde mucho tiempo de debate, a ratos, es muy grande. Ahí se van quedando muchas en el camino.
Si observamos el caso escandinavo, con notoria presencia de mujeres en las instituciones políticas, con porcentaje de ministras que, a veces, es mayor que el de hombres, lo que se produce es una composición de la fuerza laboral distinta.
-Se plantea que la presencia de mujeres en cargos de liderazgo político puede ser causa y consecuencia de cambios más profundos en la sociedad en la que se produce. ¿Hay en Chile un efecto de las medidas tomadas por usted?
Sí, estoy convencido de que mi decisión produjo algo.
-¿Qué hay que hacer para lograr que más mujeres se incorporen a las instancias de representación política y al mercado laboral?
El nivel de participación femenina en la fuerza de trabajo es el de un país subdesarrollado. Durante mucho tiempo, en Europa, salvo Holanda, todos tenían altísimos niveles de participación. ¿Cómo lo remedió Holanda? Con un alto grado de flexibilidad laboral. Los niveles de participación aumentarán si tienes mayores posibilidades de trabajo de tipo flexible: medios y cuartos tiempos.
El otro ámbito es generar facilidades para que trabajen y, en consecuencia, ahí cumple un rol la educación parvularia. Tenemos una situación de cobertura adecuada de cinco a seis años, más o menos 90% a 95%. Entre los cuatro y cinco años, prekinder, debe estar del orden del 60% y, de ahí para abajo, es muy abajo.
Lo tercero tiene que ver con la capacidad de inserción de las mujeres en tareas directivas que implican quitar más tiempo a la casa. Es distinto ser profesora full-time, que ser decano o rectora. En los cargos ejecutivos de la empresa sucede lo mismo. Luego, tienes el tema de que, cuando ambos trabajan, quién sigue a quién. Lo normal es que la mujer siga al marido. Son matrimonios muy sofisticados, por así decirlo, los que deciden una trayectoria por turnos. Yo tuve un subsecretario que me dijo que tenía que renunciar porque había interrumpido la carrera de su mujer, por ser subsecretario, y a su mujer le había surgido una oportunidad que le interesaba y sentía que debía seguirla, por lo que tenía que renunciar para vivir fuera de Santiago.
-¿Cómo influye su socialización familiar y la figura de su madre en su decisión de dar una señal nombrando más mujeres en cargos del Poder Ejecutivo?
Es interesante. Son cosas que están en el subconsciente. Mi madre fue madre y padre, por la muerte temprana de mi padre y porque él, antes, tenía una enfermedad. Las mujeres a mi alrededor son muy activas. La hermana de mi madre, Fresia, murió siendo alcaldesa. Había una familia donde las mujeres eran muy activas y hacían cosas como jugar tenis en el año 1920, que era algo muy raro.
-¿Qué le responde usted a la gente cuando le dicen “Presidente, Michelle no es Lagos”?
Que tienen toda la razón. Michelle tiene otros atributos que Lagos no tiene, y viceversa. Me parece injusto, porque lo que quieren decir es que este señor es mejor que esta señora. Y dicen eso mismo respecto de otros varones.
-Más de un comentarista ha comentado que el día de las elecciones los votantes, en la soledad de la urna, enfrentarán la aversión al riesgo y no se atreverán a votar por una mujer. ¿Cree que esto es factible que ocurra?
Creo que había mucha más aversión al riesgo votando a Lagos. Objetivamente. Y eso yo lo sentí en distintos momentos. Hoy hay mucho menos temor a votar por Michelle que el que había por mí. Creo que el temor del género no va a existir en la urna. No me he encontrado con nadie que me haya dicho algo así.
-¿Por qué no se pudo avanzar más en materia de igualdad de género en los años anteriores de la transición, a pesar del exitoso movimiento de mujeres?
Tiene que ver con un fenómeno cultural más profundo. La participación de la mujer forma parte de algo más amplio que se ha venido dando en el país, que tiene que ser por una culminación de procesos de transición. Mi sensación es que el proceso de estas mujeres candidatas forma parte de un proceso más amplio. Se derogó la pena de muerte, se derogó la censura, hay más salas triple X en Santiago, se modificó la ley de matrimonio… Hubo un proceso natural de maduración que, entre otras cosas, tiene que ver con el género.
-¿Qué va a pasar si gana una mujer con la figura y la institución de la Primera Dama?
A Luisa siempre le ha molestado esta institución de la Primera Dama, porque ella dice que por qué tiene que dejar ella sus actividades al elegirme a mí Presidente. En todas estas instituciones que preside la Primera Dama, lo que ha hecho Luisa es modificar los estatutos, de tal forma que el Presidente de la República nombra la directiva y se produce una profesionalización. Ella no lo hizo pensando en la posibilidad de que exista una mujer Presidenta, sino más bien pensando en que no quería que la próxima “Primera Dama” estuviera obligada a hacer estas cosas. La mujer de Sandro Pertini era arqueóloga y tenía sus actividades propias. Claro que si hay que hacer alguna tarea social y pública, por razones de protocolo, el Presidente debe estar con su esposa. Creo que las instituciones van a estar preparadas en el evento de que asuma una Presidenta y ella puede querer que sea una persona o varias personas las que tomen esas tareas. Luisa generó las estructuras para despersonalizarlas. Si una próxima Primera Dama quiere asumirlo voluntariamente, perfecto, pero si no quiere, está la solución.
-¿Piensa que este cambio cultural en materia de género forma parte de su legado?
Me encantaría pensar que tuvimos algo que ver en eso, porque esos son legados más profundos. La gente cree que los legados consisten en dejar un puente, un camino. Eso no es así. Los legados son más profundos.